El grupo argentino Escalandrum “jazzea” a Astor Piazzola

20/10/2012 - 2:42 pm

México, 20 Oct. (Notimex).- El baterista Daniel “Pipi” Piazzola y el grupo de jazz argentino Escalandrum, rindieron emotivo tributo al padre del neo tango, Astor Piazzola (1921-1992), la víspera en el Centro Cultural “Roberto Cantoral” de la Sociedad de Autores y Compositores Mexicanos (SACM).

“Siempre tuve deseos de tocar la música de mi abuelo. Ahora me siento realmente preparado y con la confianza necesaria para enfrentar semejante desafío. Resolví hacerlo con mi grupo Escalandrum que tiene ya 13 años de trayectoria y muchos escenarios compartidos. El motivo de esta decisión se apoya en el intercambio positivo, tanto en lo humano como en lo musical, que tenemos como grupo”, declaró a Notimex Daniel Piazzola, minutos antes de la gala.

Concierto en el que se presentó en México el álbum “Piazzola Plays Piazzola” (EPSA Music, 2011), el cual fue nominado para el Grammy Latino como Mejor Fonograma Instrumental. “Escalandrum hace jazz con una fuerte identidad argentina, exploramos nuestras raíces y tratamos de elaborar un jazz con ciertos sentido autóctono”, puntualizó el percusionista, ya en la tercera llamada, camino al proscenio de la Sala “Roberto Cantoral”.

Y dio inicio el agasajo en el que Escalandrum jazzea al bandoneonista y compositor del Mar de Plata, quien revolucionó de manera radical el tango en el siglo XX: introito con “Buenos Aires hora cero”: el clarinete bajo (Martín Pantyrer) se regodeó en el motivo melódico secundado por el tenor (Damian Fogiel) y el alto (Gustavo Musso).

“Mi abuelo era muy querido y respetado por jazzistas. Prácticamente, fue invitado a todos los festivales de jazz del mundo. Se entrometió con tino en el cosmos del jazz. En este caso los saxofones recrean al bandoneón”, explicó el líder de Escalandrum.

“Primavera Porteña”, “Lunfardo”, Tanquedia 1”, “Milonga para tres y finales”, “Camorra”, y “Adiós Nonino” fueron ejecutadas en concepto integral de hipnótica proporción armónica: improvisaciones de los saxofones y mudas que van de sabores rioplatenses (“Lunfardo”) a frondas afrocubanas (“Tanquedia 1”), desde expresivo virtuosismo del piano (Nicolás Guerschberg) a tabaleos boscosos de la batería.

Contrabajista en caligrafía carteriana (“Vayamos al diablo”, tango escrito en 7 x 4, con solo introductorio del contrabajo). Tangos jazzeados en una suerte de rondó instrumental con sutiles “couplets” intermedios: jazz/suite en concurrencia de conformes circulares de fulgente consonancia.

Despedida con “Camorra” (“Cuando quiero mostrar la maestría de mi abuelo como músico y compositor recurro a esta pieza que para mí es su obra maestra”, apuntó “Pipi” en la presentación del tema): regreso a la tradición y desafío de la innovación piazzolaiana. Pianista en bosquejos monkianos y contrabajo en walking que recrea frecuencias del be bop.

Ovación cerrada de un público conocedor del tango. Encore obligado: “Libertango” (“Mi abuelo la compuso en media hora, apurado por una emisora de radio que le pedía un tema para un programa”, recordó Daniel). Solo de batería esplendido y pliegues ravelianos muy bien hilvanados por los saxofones.

La noche envuelta en mantos del Río de la Plata. El bandoneonista argentino Marín Rodresguemetza comentó en la salida del estacionamiento: “Tango jazz con todo el espíritu de mi amigo Astor; estuve a punto de llorar. Sexteto de química envolvente con solvencia instrumental pasmosa: pianista, bajo, batería, saxofones y contrabajo. Me voy satisfecho con esta exuberante resurrección de Piazzola”.

Los acordes de “Adiós a Nonino” resonaban en el fulgor de las callejuelas empedradas del barrio de Xoco: Astor Piazzola deletreaba la brisa otoñal: un bandoneón imaginario entrecruzaba el ansia. Poco a poco el Centro Cultural “Roberto Cantoral” se convierte en perímetro de aventuras musicales imprescindibles.

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